
Busque al jefe de seguridad del GOREL para que me diga quien ordeno tan injusta medida (estúpida y coercitiva) en esa institución. Hable con uno de los guardias del lugar y no supo responderme a quien se le ocurrió tan “brillante” idea. Solo se limito a decirme que era una medida adoptada a nivel nacional, además de decirme que estaba prohibido el ingreso en “short” a todos los ambientes del GOREL. Si fuera de este modo, desde el ingreso por la Av. Abelardo Quiñones restringirían la entrada a todos los que usen pantaloncillos. Jamás tuve problemas de este tipo en dicho lugar. A la señora que tuvo la ligereza de tratarme de manera muy descortés no la culpo, en todo caso ella cumple órdenes de superiores y no es precisamente un modelo de “ladie francesa”. Por lo general esos cargos son copados por personas que apoyaron la campaña del (hoy) presidente regional, y son personas con poca preparación y cultura. No se le puede exigir (tampoco) demasiado a esta señora.
Por otra parte, me pregunto si en otras ciudades pasara lo mismo. Hace un par de meses escribí en el blog sobre este mismo problema. Aquella vez fue en la Municipalidad de Belén donde no me dejaron ingresar en bermuda. En la actualidad, cuando acudo a dicha entidad, no hay ningún tipo de restricción a la hora de ingresar. Parece que en la Municipalidad de Belén se dieron cuenta de lo anti-liberal de la medida, una regla sin sustento lógico. ¿De qué manera puede afectar una persona con “short” la imagen de una institución pública? “Veamos dos razones interesantes por las cuales la gente usa pantalones cortos en Iquitos”. Vivimos en una ciudad calurosa, donde algunos tendrán la piel más sensible que otros a los rayos solares y a los fluidos corporales. Hay un sector mayoritario de la población que vive en extrema pobreza, con las justas tienen para comer y – sin embargo – se les exige que vayan en pantalón largo al GOREL. “La gente más necesitada es la que merodea diariamente por los pasillos y alrededores de esta dependencia del estado”. Van en busca de soluciones para sus problemas, pero les salen con una medida arbitraria y denigrante contra la LIBERTAD.
Ahora el estado nos va decir como debemos vestirnos para realizar un trámite en una institución pública. El estado que todo lo sabe y todo lo piensa ha impuesto un nuevo estilo de moda para la estación. “Si no te acoplas a la nueva tendencia estatal no podrás entrar a nuestras oficinas”. Los pobres tendrán que prestar o comprar pantalones largos para poder ser escuchados (y aun así no se asegura que sus problemas sean resueltos). “Encima que la burocracia - de por si – ya crea barreras administrativas tediosas y temporalizadas, ahora ha creado una nueva valla para que los burócratas hagan lo que se les viene en gana sin ser molestados”. Vivimos en un país “libre y democrático”, en pleno siglo XXI, con la ciencia y la tecnología a la vanguardia, pero lamentablemente, hasta ahora los gobernantes, y la gente que piensa por los millones de peruanos, no dejan su egoísmo e irracionalidad para pensar (un poco más) en como hacer de esta nación una sociedad (realmente) LIBRE.
“Claro, como ellos gozan de prerrogativas especiales, sus trámites son atendidos de inmediato, disponen del dinero del pueblo y solo piensan en como seguir engañando a la gente para que se perpetúen en el poder, que les interesa la gente que no tiene comida en sus hogares, la gente que busca trabajo, la gente que va confiado a realizar un trámite, la gente que va a hablar con una autoridad para explicar su situación y buscar soluciones”. Esa gente no puede entrar a hablar con aquella persona a la que le dio su voto, a aquella persona que un día (cuando estaba en campaña) le dio cobijo bajo su techo para que se tome fotos con toda la prensa mercantilista. Aquel que antes le abrazaba como si no se hubieran visto en años, hoy le dice que debe estar en pantalón largo para que pueda hablar con él. No sé y no entiendo quien en su pequeño cerebro haya ideado tal regla. “Los campesinos, la gente de la ribera, los agricultores, los pobladores de pueblos jóvenes y asentamientos humanos son la gente que más utiliza bermudas por su faena y la labor que realizan a diario”. Eso Iván Vásquez lo sabe muy bien. Un personaje campechano y populachero como él, se gana unos puntos en contra con este infame requisito de vestuario. El mismo Alan García, demagogo como es, conoce de arriba abajo la realidad nacional. Y no es que este en contra del buen vestir ni la alta costura, pero es que un grupo de gente que esta en el poder o pertenece a el, no va a decir al resto de la gente como vestirse para realizar una operación en una entidad que se sustenta con el pago de los contribuyentes.
“Con el mismo énfasis deberíamos exigir (nosotros) un mejor trato de los funcionarios públicos, mayor celeridad en los trámites, mejor atención y cordialidad de los trabajadores en las oficinas”. Todos formamos parte de este país. Todos queremos que el Perú avance, pero en serio. Con este tipo de medidas retrogradas, coercitivas y reguladas no podemos hablar de democracia o libertad. El desarrollo de una nación se da por la mayor libertad que sus individuos tengan en su sociedad. También en el económico y político. Si alguien sabe quien fue el gestor de esta descabellada idea, por favor infórmenme. No vaya a ser que los padres de la patria hayan creado este reclamen en uno de sus “sabios” debates en el congreso de la república. Ah, y para la próxima cuando vayan al GOREL, vayan en pantalón, no vaya ser que pasen un mal rato como lo pase yo. “Y si por ahí les toca una señora de cabellos ensortijaos, labios rojo carmesí, figura prominente, y piel morena como el azúcar rubio, pues denle mis saludos, departe del chico de short jean celeste”.
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