miércoles, 9 de mayo de 2007

QUE BIEN, QUE MAL


Pronto seremos productores de Etanol, combustible sano derivado de la caña – calienta menos el planeta y añade un rubro a la lista de nuestras exportaciones. Por otro lado, los escritores empezaran a producir menos libros en un país en donde ocho de cada diez estudiantes de escuela no tiene la menor idea de lo que esta leyendo, porque nadie piensa que leer sea importante para algo. Grandes extensiones de tierras en los desiertos del Norte han sido adquiridas por una corporación que liderara la producción de Etanol, además, el gobierno prepara para esta una propuesta de contrato de estabilidad tributaria que la incentive a sacarnos de pobres y ponernos ante el mundo como ejemplo en eso de reducir el calentamiento global.

Los escritores en la actualidad, tienen que descontar un 13% adicional en sus recibos porque el MEF ha decidido volver a grabar los ingresos por derecho de autor, un porcentaje que la Ley del Libro de Toledo había suspendido con la idea de incentivar la producción cultural escrita. ¿Cómo es que se ha llegado a restituir un impuesto que fue eliminado durante el gobierno anterior en base a una lógica razonable? Se trata de una leguleyada aburrida y penosa.

Toledo en su Ley del Libro establecía que la exoneración del Impuesto a la Renta se hacia extensiva a autores y traductores de libros por un periodo de quince años, pero, como pasa con frecuencia al momento de escribir el reglamento de la ley, se olvidaron de citar el plazo de la suspensión, con lo que se creo un limbo. Pero como existe una cosa que se llama el Código tributario, los técnicos del actual MEF lo consultaron y encontraron la forma de convertir el limbo en un infierno para los pobres escritores.

Según este Código, cuando se concede una exoneración sin precisar el plazo, la medida vale solo por tres años sin posibilidad de renovación. Y tres años son nada: ya fueron. Es decir que a partir del 1 de enero de este año, escritores, autores y traductores de textos empezaron a pagar un impuesto que tres años atrás se retiro con la idea de propiciar en el Perú la producción literaria y la industria editorial. ¿Deben los escritores pagar impuestos? Por supuesto que si, igual que los productores de Etanol y las mineras. A cambio de eso, el Estado tiene la obligación de crear y mantener condiciones para que la industria de Etanol y la minería puedan seguir creciendo en los mejores términos.

Parece que esto se cumple al milímetro, porque hasta hoy no se ve en ningún cruce de semáforos a vendedores informales de Etanol, oro, pirita o cobre, mientras que cada día veo a más emprendedores nuevos peruanos ofreciendo libros en edición pirata. Por otro lado, como lo señala con precisión Alonso Cueto en un reciente comentario periodístico, no se puede decir que la red de bibliotecas en el Perú sea precisamente ejemplar. Pagamos impuestos porque sabemos que a cambio se combate la piratería del libro y se despliega una estrategia de promoción de lectura en todo el país. Por ejemplo, creando bibliotecas.

Pero lo que ha hecho el MEF se parece a la solución chapucera que se da en ciertos hogares cuando llega la crisis económica: “Amor no hay plata, vamos a tener que ahorrar en la comida del loro”. Necesitamos elevar la presión tributaria, que los escritores compensen lo que dejan de pagar los productores de Etanol, Grande mi patria, grande.

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