viernes, 30 de noviembre de 2007

LA CAÍDA DEL DOLAR ?


“Un pedazo de papel sin valor alguno” esa fue la respuesta que dio Ahmadinejahd - el presidente de Irán - cuando la prensa le preguntó por su opinión sobre la inacabable caída del dólar. Fiel a su estilo populista barroco - estilo que cuando trasciende lo político, el gran Borges, alguna vez, describiera como aquel que “deliberadamente agota sus posibilidades y que linda con su propia caricatura”- el persa olvidó mencionar que su moneda, el rial iraní, ya pierde un 20% de su valor frente al dólar desde el 2002, el último cenit cambiario del “worthless dollar”. A ningún periodista, como si sospechara que una respuesta axiomática vuelve innecesaria la pregunta, se le ocurrió establecer en voz alta la comparación entre ambos papeles.

Yendo un poco más allá de lo caricaturesco, una vieja tesis monetaria sobre mercados cambiarios (que comparto) postula que el dólar, desde una perspectiva cíclica, y al igual que la forma que describe una sonrisa en el rostro, tiende a apreciarse en relación a otras monedas cuando a la economía norteamericana le va muy bien o le va muy mal. El dólar, por lo tanto, vendría a ser una moneda de extremos cíclicos.

Esto se puede apreciar claramente desde 1973, cuando colapsa Bretton Woods I y se rompe el nexo formal entre el dólar y el oro. Son dos los períodos de apreciación del índice del dólar en relación a otras monedas (dollar trade-weighted index, St. Louis fed): el que va de 1973 a 1986 y el que empieza en 1995 y acaba a mediados de 2002. El primero, y yendo a un extremo de la sonrisa, comprende un período de turbulencia económica global en el cual se dan tres grandes recesiones; el segundo, y yendo al otro extremo, es el de la “nueva economía”, el de la exuberancia irracional en los mercados. En uno y otro el dólar se aprecia 50% y 40%, respectivamente.

En el primero, el mundo busca en el dólar un refugio; en el segundo, el mundo lo busca como Baco al vino. Ahí están los extremos. Es en los períodos intermedios, sin embargo, en los cuales al dólar no le va bien: entre 1986 y 1995 se deprecia un 50%, y de 2002 al presente ya lleva cayendo un 32% (lo cual hace suponer que si la historia se repite todavía le queda unos 18 puntos porcentuales por seguir esquiando cuesta abajo).

¿Ha llegado el fin apocalíptico del dólar? ¿Estamos en la era del euro? No y no sería la respuesta escueta a ambas preguntas. Toda moneda refleja implícitamente la economía de un país; y mientras Estados Unidos siga teniendo las mejores universidades, las empresas más productivas y una de las economías más abiertas, seguirá teniendo la mayor cantidad de premios Nóbel, el 75% de las patentes mundiales y la productividad más alta entre los países desarrollados –algo que el papel de Ahmadinejahd nunca podrá reflejar (por cierto, desde el 2002, el revolucionario y antiimperialista bolívar venezolano ya pierde un 40% de su valor oficial frente al dólar).

El euro es un experimento monetario que, al igual que otros que le precedieron, puede terminar en fracaso. La Unión Monetaria Latina, en 1865, compuesta por Francia, Bélgica, Italia y Suiza, no acabó bien debido a las intransigencias galas (la “guerra económica” de Sarkozy hace pensar que la historia puede repetirse). La Unión Monetaria Escandinava, diez años después, tampoco tuvo un final feliz al darse cuenta los países miembros que los costos de pareja unión superaban a los beneficios.

Un requisito importante de toda unión monetaria es el de la similitud en la estructura económica de los países que formen parte de ella; si esto no es así, y existe una clara disimilitud entre éstos, más vale que haya flexibilidad en los mercados laborales y de productos, de manera tal que puedan fácilmente absorber golpes asimétricos que afecten a unos más que a otros. Éste, desgraciadamente, es el gran problema de la Unión Europea: sus mercados laborales y de capitales son mucho más inflexibles que hace 150 años, la época de los intentos y fracasos en experimentos de unión monetaria en el continente.

Y si algo hace presagiar un nada feliz final del euro es el hecho que en los últimos meses los rendimientos de los bonos gubernamentales a 10 años, de los países miembros, han vuelto a tomar rumbos diferentes. El norte y el sur de Europa están tomando caminos opuestos: El bono del gobierno alemán rinde 4.14%, pero el de Italia rinde 4.46%, el de Grecia, 4.44%, el de España, 4.28%, y el de Francia, 4.25%. ¿Convergencia? Todo lo contrario; todo lo cual hace pensar que Italia podría llegar a ser el primer país en abandonar el euro: desde 1999, fecha de nacimiento del euro, Italia y España ya han perdido un 40% de competitividad frente a Alemania, y como no pueden devaluar solo les queda la deflación y/o grandes reformas laborales que les permita aumentar considerablemente su casi negativa productividad.

Mientras Europa no enfrente su futuro, el euro seguirá siendo un proyecto. En el ínterin, el dólar seguirá contemplando el devenir de la historia…con una amplia sonrisa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estimados :

En mi opinión la caida del dolar no se debe a efector de caracter ciclico del sistema capitalista, sino más bien a sisntomas de una enfermedad que poco a poco se hará evidente, el problema del mundo es económico debido a la acumulación en pocas manos, de la mayor parte de las industrias por parte de interesesn financieros gigantescos, que no debería existir. Las finanzas deben estar al servicio de la economía y no servirse a la economia como una comida. vean el siguiente link que muestra una foto económica del mundo http://www.windows.ucar.edu/tour/link=/earth/images/earth_lights.sp.html. y no vean con buenos ojos la caida del dolar, como la caida del gobierno de bush. lean a Lyndon larouch por internet y verán realmente lo que esta pasando.