Acabo de pasar por la casa de Andrea. Me entere que hace un par de meses fue vendida. Parece que el nuevo dueño piensa poner un hotel. En realidad eso no interesa. La verdad es que aquella casa me trae imborrables recuerdos. Largas noches de bohemia. Charlas entretenidas en medio de las flores y el silencio. Besos largos y cálidos que se perdían con el aire. Como olvidar a aquella niña adolescente en ese frágil cuerpo. Esa mirada tierna y seductora. Esas manos delicadas y fuertes a la vez. Esos labios suaves y tersos. La conocí inesperadamente. A pesar que vivía a la vuelta de mi casa nunca habíamos entablado amistad. Por avatares del destino coincidimos en una clase en la universidad. Nuestras carreras no tenían nada que ver una de la otra.
Siempre la veía pasar por mi cuadra en su Yamaha Chappy. Iba a tanta velocidad que parecía huir de algo o de alguien. Siempre pasaba con su faldita jean y su blusa rosada. Lo único que sabía es que estudiaba en el Sagrado Corazón. Un día estuve cerca de hablarle cuando alquilo una máquina en el internet de mi cuadra, pero no lo hice. Ya me había cruzado un par de veces en la universidad con ella. No pensé que aquel ciclo seriamos compañeros (y algo más). Entre al salón como siempre (tarde) y me senté atrás de ella. No fue mi intención hacerlo, era el único sitio disponible aquella fría mañana. El profesor (un ex postulante a presidente regional a quien le dicen “gayta”) ya explicaba la clase, el curso, nada menos que creatividad.
Mientras el docente, hábil en su materia, exponía y daba alcances de como ser un buen creativo, yo solo pensaba en como hablarle a aquella chica. Entonces me dije: ¿Qué puedo prestarle para no parecer tan evidente? De pronto, hice un borrón en mi cuaderno mientras apuntaba inerte lo más resaltante de la clase. Amiga (la clásica) disculpa, ¿tienes corrector por favor? Si, me dijo con un tono angelical y mágico. Borre aquella gloriosa mancha de mi cuaderno y le devolví su liquid paper (como dicen los gringos). Después de eso le preste sus copias (era mi primera clase) para ver cuanto ya habían avanzado. Entonces sucedió. Bueno chicos, quiero para la próxima clase un trabajo de dos sobre cualquier tema de creatividad.
Sin pensarlo dos veces nos miramos y le dije: ¿Quieres ser mi compañera? Ya pues me dijo sin titubear. ¿Dónde quieres que hagamos el trabajo, en mi casa o en tu casa? Me pregunto. Por aquellos años no había mucha tranquilidad en la sala de mi casa, así que opte por la primera opción. En tu casa pues. Quedamos para un día y una hora exacta y así fue. Me sentía raro al estar parado en la puerta de su casa. Es como cuando tú vives al lado de alguien pero jamás visitas su casa porque no tienes razón alguna. No sabes que te puede esperar. Pero ya, era solo un trabajo universitario ¿Qué podía pasar? Toque la puerta y salio a atenderme su hermana. Me hizo pasar. A los minutos apareció ella con el pelo mojado y esos ojos tiernos que derretían mi corazón. Hicimos el trabajo, me quede hasta la noche, y luego me quite a mi casa.
Ya tenía su número de celular. Era cuestión de tiempo pensar en como haría para verla de nuevo sin que necesariamente sea por trabajo. En clases nos mirábamos y siempre sonreíamos juntos. Un día no tenía dinero para regresar (se me cayo o no sé) y justo salía de clases de creatividad. Ella me vio parado (medio sospechoso en mí) y se me acerco. ¿Qué pasa? Como explicarle que no tenia dinero para irme. Ehhhh!!! nada. Creo que se me cayo la plata para mi motocarro (en realidad era para mi yumbazo), estaba en mi bolsillo. Era gracioso. Estaba parado frente a mi vecina (literalmente hablando) y no podía decirle que me jale. Te llevo me dijo. Seria una gran ayuda le conteste sonriendo. Así que desde ahí empecé a verla con mayor intensidad.
Siempre la veía pasar por mi cuadra en su Yamaha Chappy. Iba a tanta velocidad que parecía huir de algo o de alguien. Siempre pasaba con su faldita jean y su blusa rosada. Lo único que sabía es que estudiaba en el Sagrado Corazón. Un día estuve cerca de hablarle cuando alquilo una máquina en el internet de mi cuadra, pero no lo hice. Ya me había cruzado un par de veces en la universidad con ella. No pensé que aquel ciclo seriamos compañeros (y algo más). Entre al salón como siempre (tarde) y me senté atrás de ella. No fue mi intención hacerlo, era el único sitio disponible aquella fría mañana. El profesor (un ex postulante a presidente regional a quien le dicen “gayta”) ya explicaba la clase, el curso, nada menos que creatividad.
Mientras el docente, hábil en su materia, exponía y daba alcances de como ser un buen creativo, yo solo pensaba en como hablarle a aquella chica. Entonces me dije: ¿Qué puedo prestarle para no parecer tan evidente? De pronto, hice un borrón en mi cuaderno mientras apuntaba inerte lo más resaltante de la clase. Amiga (la clásica) disculpa, ¿tienes corrector por favor? Si, me dijo con un tono angelical y mágico. Borre aquella gloriosa mancha de mi cuaderno y le devolví su liquid paper (como dicen los gringos). Después de eso le preste sus copias (era mi primera clase) para ver cuanto ya habían avanzado. Entonces sucedió. Bueno chicos, quiero para la próxima clase un trabajo de dos sobre cualquier tema de creatividad.
Sin pensarlo dos veces nos miramos y le dije: ¿Quieres ser mi compañera? Ya pues me dijo sin titubear. ¿Dónde quieres que hagamos el trabajo, en mi casa o en tu casa? Me pregunto. Por aquellos años no había mucha tranquilidad en la sala de mi casa, así que opte por la primera opción. En tu casa pues. Quedamos para un día y una hora exacta y así fue. Me sentía raro al estar parado en la puerta de su casa. Es como cuando tú vives al lado de alguien pero jamás visitas su casa porque no tienes razón alguna. No sabes que te puede esperar. Pero ya, era solo un trabajo universitario ¿Qué podía pasar? Toque la puerta y salio a atenderme su hermana. Me hizo pasar. A los minutos apareció ella con el pelo mojado y esos ojos tiernos que derretían mi corazón. Hicimos el trabajo, me quede hasta la noche, y luego me quite a mi casa.
Ya tenía su número de celular. Era cuestión de tiempo pensar en como haría para verla de nuevo sin que necesariamente sea por trabajo. En clases nos mirábamos y siempre sonreíamos juntos. Un día no tenía dinero para regresar (se me cayo o no sé) y justo salía de clases de creatividad. Ella me vio parado (medio sospechoso en mí) y se me acerco. ¿Qué pasa? Como explicarle que no tenia dinero para irme. Ehhhh!!! nada. Creo que se me cayo la plata para mi motocarro (en realidad era para mi yumbazo), estaba en mi bolsillo. Era gracioso. Estaba parado frente a mi vecina (literalmente hablando) y no podía decirle que me jale. Te llevo me dijo. Seria una gran ayuda le conteste sonriendo. Así que desde ahí empecé a verla con mayor intensidad.
Los mensajes de texto iban y venían todos los días. A veces ella me llamaba o yo a ella. Salíamos por lo general los fines de semana o algún día de semana en la noche. Era lindo mientras duro. Ese tiempo fue de los más apacibles y confortantes de mi vida. Su padre se llamaba como yo. Su hermana era mi compañera de facultad y me hizo la vida imposible en algún momento. Al cabo de un par de meses la relación se fue diluyendo. Fue mi culpa el alejarme de ella. Por culpa de un sentimiento absurdo me fui de su lado. Paso el tiempo y no la veía como yo hubiera querido. Su hermana se hizo mi amiga. Su papá me habla con mayor fluidez. Su mamá ya me acepta como su amigo, y su hermanita, la última, ya no me mira con enojo. La vida puede ser tan loca o tan cuerda al mismo tiempo. Tan difícil y tan fácil de entender.
Hoy pase por su (ex) casa, queda a la vuelta de la mía. Lo único que queda es la fachada que en cualquier momento también desaparecerá. No pude dejar de pensar en ella. Sé que esta en Lima. Tiene un novio que la quiere muchísimo. No se si estará estudiando pero si sé que trabaja. Su hermana aun es mi amiga y compañera de facultad. Su familia se mudó a la urbanización Virgen de Loreto. La última vez que hable con ella fue el año pasado antes que viaje a Lima. Ya no era la misma. Cambio en algo su manera de ser y de pensar, y es normal. Por ratos quería acercarme y decirle cuanto sentía el haberla dejado cuando más me necesitaba. Si lees esto algún día quiero decirte que jamás te olvide, que siempre te llevo en mi mente y en mi billetera donde esta tu foto.
Nunca olvidare tus masajes tan relajantes, tus besos apasionados, tu mirada cautivadora, tus cabellos mojados sobre mi pecho, tus manos estrujando las mías, tu sonrisa que iluminaba la sala, tu ayuda incondicional, tu voz hablándome de madrugada, tus golpes en mi brazo y los vasos de leche con chocolate que solíamos tomar en la noche. O cuando miraba a la puerta de mi salón y te encontraba esperándome para irnos juntos. Eras un ángel, y sé que donde estas, siempre lo serás.
1 comentario:
Es bonito recordar aquellos momentos que pasamos junto a aquella chica que nos hizo sentir cosillas especiales, nosotros los hombres ya sea por inexperiencia o simplemente por estupidos terminamos cagandola y acabando con la magia existente. A mi me pasó muchas veces lo que a ti y me pongo muy nostalgico arrepintiendome de aquellos errores que cometí en ese entonces y que no volveré a cometer en el futuro gracias a las experiencias vividas y aprendidas con dolor.
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