lunes, 4 de febrero de 2008

DÏAS DE IQUITOS (PARTE I)

Era un viernes (previo a la juerga) como cualquier otro de un mes cualquiera. La mañana se presentaba con un sol generoso, cuyos rayos apenas calentaban las cobrisas y oxidadas pieles de los iquiteños. A esa hora de la mañana caminaba junto a mi perro en una céntrica plaza que lleva el nombre de un héroe olvidado por el Perú, pero querido en esta tierra. Fido, otra vez te cagaste en la bajadita del monumento, te cagas por todos lados perro de mierda… le dije al impresionado animal, quien me miraba como si supiera que le estoy recriminando su habitual labor biológica.

En casa de mi tía Gertrudis se había cagado en un sofá del siglo xx que pertenecía a mi tatarabuela. Fido, como se llama esa huevon, recibió un palazo que casi dejo notar el total de sus costillas. Mientras miraba a mi perro y le seguía diciendo que aprenda a cagar, levante la cabeza para dar un respiro de costado y la vi; en los meses que llevaba de excursión por la plaza jamás había tenido la oportunidad de notarla, calculaba que tenia unos 17 años más o menos, era blanca, de un metro setenta y cinco, y si….. eso también lo tenía bien puesto; era el tipo de mujer que me gustaba.

Surfeando un día en Barranco, me había lesionado la rodilla al chocar con una rubia niña que hoy es campeona mundial de surf, la verdad nunca me gusto demasiado, pero si entablamos una buena amistad. Me enseño algunos trucos que hoy no los puedo practicar en Iquitos, pero cuando me despedí de ella, me dijo que jamás de olvidaría de mi por mi forma de ser, siempre creí que “yo” era inolvidable, y ella me lo demostró cuando en una entrevista le preguntaron si recordaba a alguien en especial, miro a la cámara como mirando al vació y dijo, si…. pero ahora no se encuentra acá, sabia que se refería a mi por la figura que formaban sus ojos, era la misma que ponía cuando me saludaba.

Se escuchaba el choque del plástico con el pavimento como una lucha por hacerse notar uno más que el otro. El sonido se acercaba y la bella figura de la adolescente también. Los patines que traía eran rosados como los labiales de las niñas y tenia los broches con un tono más oscuro. No se me ocurrió mejor idea que asustar a mi perro justo cuando ella pasaba por mi lado, solo que el perro salto por su lado y esta no pudo esquivar al animal. Parecía un trompo antes de caer, daba vueltas como tratando de mantener el equilibrio, corrí tan rápido como un tigre hasta su lado y logre agarrarla casi en el suelo.

Nos quedamos observando por un minuto antes que recupere y recuerde su ira por la estupidez – otra vez de mi can – y me diga, ¿Qué loco tu perro, casi me mata, porque no lo controlas? Pucha flaca, sorry, es que este huevon es así, siempre me mete en problemas, aunque en esta oportunidad me da gusto tenerlo como mascota; la flaca hizo una cara de incertidumbre, y luego algo sonrojada me dijo, no lo dudo. Te invito una coca cola le dije; coca cola, de donde eres chibolo, acá se toma iquiteña añadió, mierda dije en la mente, esta huebona va pensar que soy un mocoso. Te lo decía para guardar las apariencias amiga, pero dale pues, donde esta esa masateña.

CONTINUARA...... CUALQUIER MOMENTO.


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